Llega el verano, las camisetas invaden tu armario y quieres borrar el tono pálido de tu piel que te ha acompañado durante los últimos meses. Nada fuera de lo habitual. Pero hay que broncearse de forma segura. Y es que por mucho que los dermatólogos no dejan de advertirnos de que el bronceado es una señal de daño en la dermis, nosotros nos resistimos a que el moreno no se extienda por todo nuestro cuerpo.
Advertencias sobre el bronceado
Pues sí, tengas el fototipo de piel que tengas (desde el más blanquecino al más oscuro) tomar el sol va a suponer una aceleración en el envejecimiento de la piel, un aumento de las arrugas y un daño irreparable en el ADN que va a emparentarse con un mayor riesgo de sufrir melanoma. Vaya, ¿para pensárselo, no?
Además, la exposición al sol sin gafas adecuadas puede provocar fotoqueratitis (quemaduras en las córneas) y un incremento del riesgo de desarrollar cataratas. Así que, si queremos broncearnos tendremos que tener en cuenta una serie de indicaciones que van a paliar considerablemente los riesgos de una exposición solar prolongada. No obstante, recuerda que necesitamos la luz del sol para poner en marcha la absorción de la vitamina D por lo que salir a tomar el sol protegidos es indispensable.
Consejos para tomar el sol de manera segura
Evita las horas de sol intenso
Nunca deberías tomar el sol entre las 10.00 y las 16.00 horas. Durante ese período de tiempo los rayos solares inciden con más intensidad en nuestra piel y, por muy protegidos que pensemos que estamos, el peligro para nuestra dermis es muy elevado. Durante esas horas procura resguardarte bajo una sombrilla (o una palmera).
Usa siempre un protector solar de al menos SPF +20
Apuesta por un protector solar con un buen factor de protección de amplio espectro. Las cremas más adecuadas protegen indistintamente tanto de los rayos UVA (responsables directos del fotoenvejecimiento) como de los rayos UVB involucrados en el desarrollo de cáncer de piel o en la aparición de quemaduras y ampollas.
Aplícatelo por todo el cuerpo unos quince minutos antes de estar en contacto con el sol e incide profusamente en la cara, el cuello y los hombros. A partir de un factor de protección 30 el filtrado de rayos es del 97% por lo que el nivel de seguridad es bastante aceptable. Recuerda que si entras en el agua de la piscina o la playa deberás volver a aplicártelo cuando estés seco de nuevo.
Hidratación y alimentación adecuada
Lleva siempre contigo mucha agua. Hidratarse abundantemente es fundamental para conseguir un buen bronceado de manera sensata. Ten presente que vas a sudar mucho y va a disminuir el nivel de líquido de tu cuerpo por lo que necesitarás estar constantemente hidratado.
Además, mediante la alimentación puedes prepararte antes y después de salir a tomar el sol. Antes, con alimentos como la vitamina B presente en la pasta y los cereales integrales que van a proteger el colágeno, los antioxidantes presentes en los frutos rojos o el betacaroteno de calabazas, sandías y melocotones que eliminará los radicales libres que puedas llegar a generar con el bronceado. Y después de tomar el sol, los ácidos grasos del aceite de oliva y los frutos secos permitirán que tu tono moreno dure más tiempo.
Alternativas para conseguir un bronceado no abrasivo
Si ya hemos visto como el exponerse al sol es peligroso y hay que hacerlo con cuidado, las alternativas a conseguir un bronceado por otras vías son igual o más peligrosas. Sobre las cabinas de rayos UVA, las pastillas bronceadoras, las cremas que intensifican los tonos oscuros o los tratamientos químicos para pigmentar existen infinidad de estudios desarrollados por científicos de nivel que las desaconsejan de manera fundamentada. Su repercusión en nuestra salud es (a corto o a largo plazo) bastante nociva. Así que, disfruta del sol de manera natural pero con precaución.
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