La lencería masculina para tallas grandes es una de esas cosas que, a fuerza de negarles la visibilidad, uno acaba por creer que no existen. Como si el mundo se acabara en la talla XL. O no hubiera vida más allá del muro normativo que decide qué cuerpos pueden o no llevar según qué cosas. Como si las personas grandes u obesas tuvieran que estar condenadas de por vida al boxer-pantalón o al slip braga-faja. O como si no existiera la diversidad.
Y puede ser peor: aceptando que la diversidad existe, vamos a ocultarla porque alguien ha decidido que lo no normativo (según él) es feo. Alguien que basándose en sus coj**** peludos pontifica sobre lo que qué es bonito y, por tanto, debe mostrarse, promocionarse y venderse. Y lo qué es feo y, en consecuencia, debe ocultarse, obviarse o, incluso, negarse. No hace falta que diga en cual de los dos «bandos» han colocado a la lencería masculina para tallas grandes…
Si ya es difícil de por sí encontrar lencería para hombre de calidad, a un precio razonable, adaptada a la anatomía masculina y que no sea una copia burda de la lencería femenina, encontrarla en tallas grandes es casi un milagro. Por eso es tan importante la apuesta de dos marcas punteras en ropa interior masculina y lencería para hombre como Candyman y Xtremen en diseñar moda íntima erótica o calzoncillos deportivos en tallas 2XL y 3XL.
Pero más importante aún que el mero hecho de ampliar la tabla de tallas, es la apuesta por visibilizar (y publicitar) la lencería masculina para tallas grandes a través de sesiones de fotos con un modelo de talla muy grande vistiendo ropa interior sexy y atrevida. Unas sesiones de fotos que, en un mundo ideal, no serían noticia en este magazine porque no recordamos que nadie lo haya hecho antes.
Cuando la normatividad se desborda…
Al hablar de lencería masculina para tallas grandes y de su publicidad a través de imágenes o vídeos con modelos grandes u obesos, no hablamos -solo- de los cuerpos no normativos. Estamos hablando de personas con un volumen corporal muy grande y a las que, históricamente, se les ha negado el acceso a ropa interior masculina de calidad, divertida, actual, atractiva o erótica. Y también cuando, aún existiendo dicha ropa interior en su talla, estas personas tienen que imaginarse como se verá en su cuerpo a partir de una foto de un ser humano que pesa 60 kilos menos que ellas. Casi ciencia ficción.
Porque aquí no nos referimos al uso -y abuso- de los cuerpos normativos en los catálogos de ropa interior y lencería masculina. Sobre este tema ya hemos hablado y sí que hemos percibido pequeños cambios y tendencias que abrazan una mayor diversidad corporal. Como las últimas sesiones de fotos de Andrew Christian donde los cuerpos de algunos modelos no parecen cincelados por un escultor renacentista. O las nuevas marcas de ropa interior como Lure Menswear que llevan el compromiso con la diversidad -también la corporal- en su ADN y lo muestran en sus sesiones fotográficas.
Estamos hablando de cuerpos muy grandes y de su representación publicitaria. Acostumbrados a seres normativos que oscilan entre las esculturas de mármol y los personajes de El Greco, resulta casi imposible encontrar -hasta ahora- un catálogo de ropa interior donde los hombres grandes u obesos no tengan que adivinar como les sentaría una pieza de lencería concreta. Y, más aún, un catálogo con fotos de calidad, bien iluminadas y con un mínimo de interés y que no sea un triste muestrario de ropa interior sobre cuerpos plantados frente a un chroma blanco y con la cabeza cortada.
Lo que pretendemos poner en valor es que, por primera vez en el mercado de la ropa interior masculina de calidad y con presencia en todo el mundo, dos marcas han apostado por ampliar la tabla de tallas de sus calzoncillos y de su lencería masculina y mostrarlo al público en unas sesiones de fotos exactamente iguales que las que hacen con modelos de cuerpo normativo. Orgullosas y sexys. Divertidas, desacomplejadas y sugerentes. Con una carga erótica considerable. Y, por supuesto, con belleza.
Porque lo que no se ve, no existe. Especialmente en la era de la sobreinformación y la sobreexposición. Por eso es tan importante la muestra orgullosa de un catálogo de ropa interior y lencería masculina sobre las carnes de una persona real. Porque más allá del martilleo constante de músculos, bronceados perfectos y sixpacks, hay vida. Hay belleza. Y hay ganas de pasarlo bien con un suspensorio guapo, transparente y con cordoncitos… ¡qué coñ*!
