No te asustes pero es muy probable que seas pogonofílico/a y no lo sabías hasta ahora. Y es que la palabra pogonofilia, es decir, la atracción por los hombres con barba, está de moda desde hace algún tiempo. Pero la pulsión a la que se refiere nos acompaña desde el inicio de la humanidad. Tal vez de forma más notoria desde hace unos años. Algo que habrás podido comprobar con solo salir a la calle y ver la cantidad de varones que un buen día decidieron dejar de rasurarse la cara y dar vía libre al vello facial.
El término «pogonofilia» (que, por cierto, aún no está incluido en el diccionario de la RAE) es de origen griego y está formado por la palabra pogon (barba) y el sufijo -filia. Es decir, en puridad estaríamos hablando de una fuerte atracción hacia las barbas y quienes las llevan que puede incluso acabar en fetiche u obsesión. No obstante en estos momentos y sin llegar a ese extremo ni mucho menos, la palabra pogonofilia está siendo usada principalmente para referirse a la simple atracción por los hombres barbudos. Vamos, lo que toda la vida se ha expresado en un discreto «oye, pues la barba te queda bien».
La pogonofilia que vuelve
Que los hombres barbudos estén de moda y que su atractivo de repente se vea reconocido por el conjunto de la sociedad es algo que ocurre de forma cíclica. Siguiendo las modas estéticas cambiantes de cada momento, las atracciones y repulsiones hacia las cosas aparecen y desaparecen de nuestro entorno como por arte de magia. Y de un día para otro lo que era canon en los medios de comunicación y en las redes sociales, desaparece. Y lo que se consideraba outsider o marginal, de repente, empieza a popularizarse hasta el hastío.
Esto mismo es lo que ha pasado estos últimos años con las barbas. Sin necesidad de irnos a siglos pretéritos (en la antigua Roma, por ejemplo, la barba estaba muy mal vista por ser propia de bárbaros hasta que el emperador Adriano la puso de moda en el siglo II), el vello facial ha pasado por altibajos bastante radicales. Por ejemplo, en los años 60 y 70 del siglo XX se vivió una auténtica época de furor hacia las barbas, el cabello largo y el vello en general. Tendencia que se rompe en los 80 y 90 donde el canon masculino imperante exige un afeitado apurado y casi autolesivo.
Los inicios del siglo XXI ven nacer la moda de la metrosexualidad y su peculiar concepción de la belleza y la estética masculina basada en el culto al cuerpo y en el cuidado de la apariencia física. La barba seguía expulsada del nuevo canon de belleza naciente pero es justo reconocer que no todo el mundo sucumbió a estas tendencias pogonofóbicas. Dentro del movimiento gay, por ejemplo, los osos siempre se han mantenido fieles a su pasión por el vello masculino. Y gracias a ellos y a todos los hombres que no cayeron en la tendencia fácil de querer ser como Beckham, en unos pocos años llegaría la «explosión barbuda».
La lumbersexualidad o como la pogonofilia se vuelve cool
El interés por la estética masculina auspiciado principalmente por motivos económicos y la obsesión por etiquetar cualquier comportamiento humano (empujada también por los mismos motivos económicos) ha llevado a la proliferación de «términos estéticos». Cualquier tendencia cultural, social o sexual es rápidamente encorsetada dentro de una etiqueta perfectamente definida. La metrosexualidad solo abrió un camino codificador por el que han pasado multitud de filias. Y la atracción por las barbas (y la supuesta estética que se les atribuye como cliché) no ha estado exenta de ello.
Así es como nace la lumbersexualidad, es decir, la atracción por la estética del leñador. O por lo que el sistema mainstream considera que es un leñador: un señor barbudo, de complexión grande o musculada, velludo y que viste tejanos y camisas a cuadros para estar todo el día cortando leña en un bosque sin fin mientras le hacen fotos.
Modas y tendencias estéticas aparte, lo cierto es que la querencia por las barbas y por los hombres barbudos es tan antigua como la propia humanidad. Puede que según la época en que vivamos esta atracción se represente más o menos en los medios y en las redes sociales pero, aunque sea de forma latente o muy reducida, nunca ha desaparecido ni desaparecerá. Los expertos dicen que estamos en un punto álgido en estos momentos. Y que gracias a la cultura bear, al movimiento hipster o a los lumbersexuales la sociedad acepta, e incluso considera bellos, los rostros con barba. Así que si te gustan las barbas o los hombres que las llevan, es tu momento.
En Belfusto nos gustan todos los cuerpos y todas las caras. Por eso tenemos una galería exclusiva de hombres barbudos y peludos en ropa interior y bañadores que encantará a nuestros seguidores más pogonofílicos. 🤎🧔🏻🤎
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