Elska Montréal, el nuevo número de la revista Elska, planta el trípode en la ciudad más grande del Quebec para amplificar y difundir la melodía de los cuerpos y las voces de la comunidad LGTBIQ+ de la preciosa urbe bilingüe.
El magazine de Liam Campbell centra su atención en una muestra representativa de los hombres transexuales, gays y queers de una de las ciudades más divertidas y emocionantes de Canadá. La mezcla de fotografía íntima y narración en primera persona que caracteriza a la revista recala por segunda vez en Canadá después de dedicarle un número en 2016 a Toronto. La elección de Montreal responde al resultado de una encuesta entre los lectores que la eligieron por encima de San Francisco o Tel Aviv.
«Montreal siempre ha sido una de mis ciudades favoritas», nos comenta el fotógrafo y editor de Elska. Liam Campbell comparte su sorpresa: “nunca me imaginé que esta ciudad fuera tan querida por nuestros lectores. En una gran encuesta que incluía una amplia y diversa gama de ciudades para elegir (Barcelona, Pekín o Biskek, la capital de Kirguistán) me sorprendió que ganara Montreal. Pero supongo que no soy únicamente yo quien sabe lo divertida, libre y fabulosa que es esta ciudad».
Elska Montréal: doblemente chic
‘Elska Montréal’ es el primer número del proyecto Elska que se edita en un doble volumen. Con dos hermosas portadas y diecisiete capítulos en total, cada uno de ellos dedicado a un chico autóctono distinto. Desplegando, como siempre, una gran selección de fotos y una historia personal escrita por cada uno de los retratados. Las imágenes son las más atrevidas publicadas hasta el momento en Elska lo que revela que la comunidad LGTBIQ+ de Montreal es militantemente abierta, desinhibida y sexualmente positiva.
Más allá de las fotos conviene hacer hincapié en los escritos que las acompañan, tanto en francés como en inglés. En ellas hay una intrigante mezcla de franqueza y romanticismo. Son unos relatos que muestran a un grupo de personas muy orgullosas de su ciudad pero que también son conscientes de sus problemas y errores.
El lanzamiento de Elska Montréal viene acompañado de una selección de dieciséis polaroids firmadas por Liam Campbell y su asistente Robb Musa. Los beneficios de sus ventas se destinarán a dos fundaciones benéficas: la Peter Tatchell Foundation y la Rainbow Railroad.
Liam Campbell apostilla: «Esta es nuestra primera venta benéfica pero espero que no sea la última. A medida que Elska crece necesito compartir una parte de nuestro éxito. Como proyecto centrado en las comunidades LGTBIQ+ de todo el mundo, siento que es importante ayudar al movimiento queer tanto como sea posible. De hecho, una de las lecciones que aprendí de los hombres que conocí en Montreal es ser consciente de la suerte que tenemos de ser gays en Occidente. No podemos olvidar que otros no son tan afortunados ni tan libres”.
Elska Montréal: Tous les garçons sans peur du lendemain
Después de 36 números dedicados a retratar, sin artificios ni dobleces, la vida cotidiana de hombres gays, queer y trans de diferentes partes del mundo, Elska magazine se ha posicionado como uno de los mejores documentos para intentar penetrar en el espíritu de nuestro tiempo. Solo un apunte para corroborarlo: el primer número del proyecto -editado hace años- está dedicado a Lviv. Sí, ahora ya no hace falta poner Ucrania entre paréntesis a continuación. Por desgracia sabemos situar la ciudad geográficamente.
A muchos kilómetros de allí, en el sur del Quebec, Montreal despliega su catálogo de encantos y su pliego de aspectos a mejorar. Y lo hace de la mano de 17 personas autóctonas que, como es habitual en la publicación de Liam Campbell, se desnudan por partida doble (en algunos casos, triple). Nos invitan a ojear su intimidad a través de las imágenes captadas por el fotógrafo inglés, se sinceran con unos escritos que ya por sí solos merecerían todo nuestro interés y, en algunos casos, muestran su cuerpo de manera poderosa y significativa.
La historia de amor de Princepal S, la lucha honesta de Jonathan T o el cruce de destinos de Erik B y Thibaut T se entremezclan entre los carriles verdes de la ciudad y las hojas de arce en una suerte de sabrosa poutine antropológica. GUSTAVO FORCADA
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