Joan Crisol (Badalona, 1974) se adentró en la fotografía gracias a la química. Su formación académica hizo que se familiarizara con todos los reactivos, componentes y elementos necesarios para liberar imágenes atrapadas en películas fotográficas. Lo digital todavía era el futuro y su fulgurante carrera un destello lejano, un dulce porvenir. Era la década de los noventa.
Pero con el paso del tiempo, aquella curiosidad por las partículas elementales, aquella fascinación por el baile de electrones y neutrinos cristalizó en uno de los trayectos creativos más deslumbrantes y cautivadores de las últimas décadas en un ámbito -el de la fotografía artística- en el que tuvo que luchar contra prejuicios y polémicas tendenciosas.
Dos grandes lastres -reflejo de un tiempo y un lugar (España, comienzos del siglo XXI)- que afrontó con valentía. Joan tuvo que lidiar con sus inicios profesionales en el mundo de la fotografía X y con las acusaciones de excesivos retoques digitales en sus fotos. Lo primero le cerró puertas, lo segundo, una vez ya abiertas, le colocó orbitando en una disquisición de dimensiones filosóficas: ¿qué es manipular una imagen?
Pero es precisamente en esa discusión donde, sin pretenderlo, emerge la genialidad de su obra. Los colores, la luz, el encuadre de las fotografías artísticas de Joan Crisol idealizan la realidad y no tratan de ocultarlo porque lo hacen con una ingravidez amortiguada, con un letargo balsámico, abonándose a una tenue construcción de lo natural.
En 1990 Pet Shop Boys alumbraron su mejor canción: Being Boring. El vídeo clip de esa festiva oda triste al paso del tiempo, a amigos que estuvieron y que ya no están, fue una creación de Bruce Weber. El fotógrafo, una influencia reconocida por Joan Crisol, concibió una fascinante sucesión de imágenes en blanco y negro de una glamurosa fiesta en una mansión de Long Island donde acudieron sus modelos, amistades y conocidos.
Un mundo ideal de perfección física y juventud en el que Neil Tennant y Chris Lowe transmiten un mensaje que, en un juego de ecos y sonidos, retumba en todas las fotografías de Joan Crisol. Las imágenes del fotógrafo de Badalona nunca aburren porque no son aburridas. Porque son las imágenes que fotógrafo y modelo siempre han querido hacer. De ahí nace su magnetismo. Esa es la clave de su poder de atracción.
Joan Crisol: out of studio.
Su estela fulgurante ha dejado rastro en colaboraciones y portadas para Interviú, Primera Línea, Rolling Stone, Zero, Shangay, DNA, Adon… el libro de fotografías Chulo (Bruno Gmünder, 2008), los calendarios Rebels 2014 (Bruno Gmünder, 2013), Hombres 2014 (Bruno Gmünder, 2013) y Hombres 2015 (Bruno Gmünder, 2014) y una sucesión kilométrica de retratos de actrices, actores, presentadores, presentadoras, cantantes… Hablamos con Joan Crisol:
¿Cómo surgió en ti el interés por la fotografía?
En realidad yo nunca soñé con ser fotógrafo. Era analista químico y me encantaba mi trabajo. Pero tuve varios desencantos vitales y decidí ser loco y hacer realmente lo que me pedía el corazón. Dejé mi trabajo y me puse a estudiar fotografía, simplemente porque era la opción artística más cercana a lo que había estudiado en su momento: la química (estoy hablando de la época analógica…) También, obviamente, porque tenía la casa llena de reportajes de Bruce Weber y me volvían loco… Pero no fue nada premeditado, al contrario.
Moda, retrato, publicidad… el objetivo de tu cámara se desenvuelve en muchos terrenos, ¿en qué faceta te sientes más cómodo y más libre?
No tengo categoría favorita, lo que tengo son personas favoritas. Si la persona que tengo delante del objetivo tiene buen corazón y le apetece de verdad dejarse retratar, es una gozada. Es cuando realmente se disfruta este oficio. Yo no soy sin la persona que tengo delante de la cámara.
Tu obra ha influido de manera radical en las campañas de ropa interior y bañadores para hombre de los últimos quince años. Tus trabajos para Es Collection o Modus Vivendi han servido de inspiración evidente para muchos fotógrafos. ¿Cuándo te diste cuenta de que el cuerpo masculino iba a ser el catalizador de tu carrera?
Nunca he sido consciente de nada hasta que ya ha pasado mucho tiempo. Soy bastante orgánico y, de verdad, voy haciendo lo mejor que puedo en cada momento. Además, obviamente, el cuerpo masculino me parece bello, fuerte, estético, brutal, sexy… Tengo la necesidad de fotografiarlo constantemente.
En paralelo a tu carrera has asistido al nacimiento y a la enorme implantación de las redes sociales, en especial al boom de Instagram donde cuentas con más de 115.000 seguidores. ¿Qué ha supuesto para ti Instagram?
Llegar a mis seguidores sin intermediarios es maravilloso. Nunca lo he visto como una esclavitud ni nada parecido, al contrario. Las redes sociales son parte de mi jornada laboral y las manejo lo mejor que puedo.
¿Cómo estás viviendo este tiempo de Covid19? ¿Cómo ha afectado la pandemia a la manera de encarar las sesiones fotográficas?
Está siendo una pesadilla y necesito que termine ya. Mi trabajo depende de la interacción humana, que es justo lo que no te permite el Covid. Pero poco a poco saldremos victoriosos. Ya he vivido varias crisis muy heavies en mi oficio: el paso del analógico al digital, la caída de publicidad en revistas por el auge de internet, el cierre de estas revistas…
Lo único que me da pena es que al final siempre son los mas débiles las grandes víctimas. Pero tenemos que darlo todo y salir incluso más fuertes.