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Romain Berger, pensión completa en el Nowhere Hotel

Si todos los personajes de las fotografías de Romain Berger (Normandia, 1988) se hospedaran en el mismo edificio no habría que rebuscar mucho el nombre del alojamiento: el Nowhere Hotel, la posada de los excluidos. Cimentado sobre el color y la puesta en escena de David LaChapelle y apuntalado con una sólida mirada activista queer, el inmueble de la obra artística de Romain se levanta en medio de ningún sitio. En los márgenes de todo. En ese barrio en el que, décadas antes, Dennis Cooper cacheó los aspectos más controvertidos de nuestra sociedad después de que James Bidgood los hubiese cubierto de celofán. Romain traduce en imágenes a las personas discriminadas, envueltas en una nube de algodón sensual y provocadoramente ingenua, que atrapa y descoloca a la vez.

Gustavo Forcada
Editor Jefe en Belfusto.com. Soy un disfraz de tigre. Si tú eres el diablo, no soy yo quien cuenta esta historia. No te preocupes por el tiempo: tenemos toda la noche. Hasta que termines no va a amanecer.

Es más emocionante sugerir que mostrar. Bailarle el agua a esta afirmación nos evitaría el ataque de una legión de haters. Pero la premisa no es cierta del todo. En ocasiones sí, pero no siempre tiene por qué serlo. Para emocionar sugiriendo es necesaria la presencia de un andamio conceptual, una elaboración previa y unas ganas de sorprender que están vetados para muchos. No para el fotógrafo francés Romain Berger. El artista normando está consiguiendo apropiarse del salvoconducto para llegar a cautivar sin subrayar lo obvio.

Romain Berger Fotografía Queer
Dionysos (2020) © Romain Berger

A través de unas fotografías que concibe como un fotograma robado a una película que se desarrolla en su mente y en la del espectador, Romain Berger reivindica el derecho a molestar con unas imágenes coloristas y estratégicamente decoradas que contrastan con las sombras y las soledades que se adivinan en las expresiones de sus protagonistas.

Atmósferas en el filo
Epilogue (2019) © Romain Berger

La influencia cinematográfica en la fotografía de Romain es más que evidente. Sus devaneos con una suerte de barroquismo perturbardor en la estela de David LaChapelle también. Pero ese influjo no invalida su propuesta: la enriquece. Partir de esas coordenadas en un viaje programado para no desviarse de ningún tema controvertido no es una decisión gratuita. Es una apuesta seria que pueda acabar rellena de admiración.

Fotografía Queer ondeando libertades
Peace and Gwenn ha du (2018) © Romain Berger

Romain Berger: oscura inocencia

Romain Berger está viviendo un momento dulce. Las tiradas limitadas y firmadas de sus composiciones fotográficas están siendo adquiridas a un ritmo óptimo, en paralelo al aumento de su brío creativo.

Con infinidad de proyectos a punto de cuajar (exposiciones, colaboraciones…) y la idea de trasladarse a vivir a Berlín por la gran aceptación de su obra en Alemania, Romain Berger contesta a nuestras preguntas desde su estudio en la bretaña francesa. Justo cuando se ha conjurado para contactar con Olly Alexander, a quien le encantaría proponerle un proyecto artísticoStar struck, not giving you up!!!

Homenaje a Mapplethorpe
Tribute to Mapplethorpe © Romain Berger

¿En qué medida influye tu formación cinematográfica en tus fotografías? ¿Cómo descubriste tu pasión por las imágenes?

Todas mis imágenes están marcadas casi en su totalidad (o totalmente) por mi formación cinematográfica. Hay algunas creaciones puramente estéticas pero, casi siempre, mis composiciones están construidas como una película. Me gusta la idea de que una foto pueda ser un fotograma congelado. Quiero contar historias que la gente desarrolle e imagine mientras las esté viendo y después. Casi todas mis fotos tienen previamente un guión y me lleva entre dos y tres semanas hacerlas. Más allá de la técnica fotográfica también me gusta trabajar los decorados. Un trabajo que para mí requiere mucha reflexión.

Mi pasión por las imágenes la descubrí gracias al cine. Estaba viviendo en París y participaba regularmente en el rodaje de películas. Un día decidí comprar una cámara para hacer mis propios cortometrajes. Poco a poco, por comodidad, se impuso la foto. Me fascinó. Me di cuenta de que podía crear historias con menos dinero, menos material y sobre todo trabajando yo solo. Era 2013 y desde entonces no he parado.

Romain Berger meets Querelle
Le Marin (2019) © Romain Berger

En tus obras destaca la dualidad entre el ambiente colorido con toques kitsch y los personajes abonados a expresiones tristes y melancólicas ¿Cómo concibes tus composiciones?

A menudo mis ideas surgen de lo que veo en la televisión, en las revistas o simplemente mientras camino por la ciudad. Un tema se me impone y luego, pivotando a su alrededor, un escenario cobra vida. Este es el primer paso. Lo plasmo en papel antes de la sesión fotográfica. Para mí es importante mantener siempre un ambiente colorido y kitsch sin caer nunca en el patetismo. A primera vista mis imágenes parecen alegres pero, cuando miras más de cerca, descubres la melancolía de mis personajes y el mensaje subyacente que, a veces, es oscuro.

Soy una persona bastante optimista y positiva. Pero, como todos, yo también lo paso mal. La vida es esa dualidad y sumergir personajes melancólicos que están viviendo situaciones fuertes y de gran calado en escenarios coloridos es una forma de captar esa dicotomía.

Cuando diseño una nueva fotografía paso mucho tiempo pensando en el decorado y en el atrezo y siempre agrego elementos kitsch o humorísticos porque me fascinan las contradicciones.

Romain Berger Fotografía gay con mensaje
Little miss Vodka (2018) © Romain Berger

Las personas que presentas en tus fotografías parecen pertenecer a ese tipo de sujetos que los ingleses llaman «misfits» (inadaptados a una sociedad que les oprime de formas muy diversas) pero que, pese a todo, luchan por hacerse oír. ¿Cómo llegan sus ecos a tu dinamismo creativo?

Cuando era adolescente experimenté el acoso escolar. Durante muchos años fui una persona retraída que nunca dijo lo que pensaba. No era un gran luchador ni alguien que se atreviera a hacer lo que amaba. Me llevó mucho tiempo convertirme en una mejor versión de mí mismo y luchar contra la violencia que otros niños me infligieron.

Por lo tanto, con el tiempo, he ido alimentando una gran aversión por la injusticia y, al no ser un gran orador, la fotografía es la manera más eficaz de hacer oír mi voz. Quiero tratar temas que me interpelan directamente pero también temas de los que otros son víctimas como la violación entre homosexuales, la soledad, la violencia física, la hipocresía de la iglesia…

También he fotografiado a drag queens, a personas transgénero… A todo ese grupo de individuos «invisibles» que reclaman su lugar en un escenario abierto. Quiero denunciar problemas que corroen a la sociedad, incluso tratando temáticas que trasciendan a la comunidad queer.

Ingenuidad comprometida
Master Chef (2020) © Romain Berger

¿Crees que las redes sociales (principalmente Instagram) y su concepto de censura cobijado en las «reglas para un buen uso de la red social» influyen o podrían influir en el arte (fotografía, pintura…) que se está haciendo hoy en día?

Por supuesto que influye en el arte y de mala manera. Instagram me ha censurado de forma regular, incluso me ha hipercensurado. Me han amenazado varias veces con borrar mi cuenta por un aparente vello púbico. En mi opinión, esto ha ido demasiado lejos. Es como el auge de los reality shows en televisión. Cuantos más programas de mierda pones frente a los ojos de los espectadores más creen que ese es el estándar en televisión. Se les cercena la capacidad para reconocer lo que es bueno o malo.

Instagram ha conseguido que la gente se acostumbre a subir imágenes de mala calidad solo por su contenido. Subes un culo por aquí o por allá en algunas fotos y, aunque sean de un gusto pésimo, los «me gusta» se disparan. La gente está tan frustrada que, cuando subo fotos con chicas, no tienen éxito aunque sean muy buenas. Sin embargo si subo una foto de un chico desnudo, la imagen gana repercusión a una velocidad vertiginosa (incluso si la imagen tiene una resolución o una calidad inaceptables). A muchas personas les gustaría ver imágenes sexuales en Instagram pero no pueden. Por eso ante cualquier atisbo de algo sexual y excitante, y aunque la imagen esté mal ejecutada técnicamente y no funcione de manera artística, siempre le van a dar a «me gusta».

Creo que las redes han creado un gran problema en la psicología de la gente. Instagram en sí mismo es una red inestable. Censura una foto en una cuenta pero no en otra, sin explicaciones concretas sobre por qué lo hace.

Imagínate si Mapplethorpe hubiera vivido en nuestro tiempo. Nunca hubiera tenido la carrera artística que tuvo.

Autoretrato Romain Berger
Portrait © Romain Berger
  • Romain Berger | InstagramWeb
  • Imagen de cabecera: Young king waits for love essai taille © Romain Berger

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