La cita mensual con las exposiciones fotográficas organizadas por The Little Black Gallery a través de su plataforma online BOYS! BOYS! BOYS! recala en esta ocasión (hasta el 26 de noviembre) en la obra del fotógrafo parisino Stéphane Gizard. Bajo el epígrafe de Spotlight desfilan una colección de imágenes que, mayoritariamente en blanco y negro, dan buena muestra del trazo firme y la perfecta caligrafía que Stéphane Gizard ha depurado tras años de trabajo.
La aproximación al cuerpo masculino en la zona de tránsito entre el final de la adolescencia y el inicio de la vida adulta configuran el núcleo fundamental de la obra del fotógrafo francés. Más que una oda a la belleza (que en parte lo es), las instantáneas de Spotlight suponen una admonición de cómo el tiempo, erosionador impenitente, desarrollará su influjo en esas pieles. Intimidad, fragilidad e identidad germinada comparten encuadre y composición en el sublime trabajo de Stéphane Girard.
Heredero del encanto destilado por Guy Bourdin en sus piezas de alta costura y configurando un universo donde el matiz gana la batalla a la obviedad, las imágenes de Spotlight nos empujan a una cosmogonía sobre el tiempo que conmueve y emociona en su dimensión estética y social.
Stéphane Gizard: impresiones físicas
Enfocar antes de que llegue el fundido a negro. Intentar atrapar un instante en esencia esquivo. A esa tarea se aplica Stéphane Gizard mientras nos advierte de cómo las redes sociales etiquetan como pornografía a la creación artística en un disparo certero a la línea de flotación de la libertad de expresión.
¿Cuándo se despertó tu interés por la fotografía?
Siempre fui un niño melancólico. Desde pequeño siempre tuve presente de manera contundente la sensación del paso del tiempo. En mi familia (y no solo mis padres) todos filmaban y fotografiaban los eventos importantes. Probablemente por eso la fotografía se me reveló (al cumplir los 7 años) como la mejor manera de continuar con esta tradición. Me di cuenta de que la cámara fotográfica era más accesible que una cámara de vídeo. Eso me fascinó.
Los cuerpos jovenes masculinos, capturados de manera elegante y peculiar, son un elemento crucial en Spotlight y en la mayor parte de tu obra. ¿Cuándo y por qué decidiste que buena parte de tu creación iba a girar en torno a la juventud?
Comencé a fotografiar a amigas y amigos de mi edad cuando yo tenía 20 años. Tuve suerte de que todos me parecían abonados a la hermosura. Al mismo tiempo, comencé a trabajar en prensa y en el mundo de la música y eso ocupó todo mi tiempo. Pasaron los años y la obsesión por el paso del tiempo nunca me abandonó. El detonante creativo de mi obra fue mi serie «Dress Code» de 2006. Una aproximación a la representación de uno mismo a través de la ropa.
Luego, entre 2011 y 2013, hice una serie de retratos únicamente de chicos que un editor en Nueva York recopiló y convirtió en mi primer libro: «Modern Lovers«. Por fin podía enfrentarme a mi obsesión y continué por esa senda con mis siguientes libros: «New Faces» y «We removed your post because it doesn’t follow our community guidelines«.
En Spotlight, capturas ese territorio fronterizo entre la adolescencia tardía y la adultez temprana como una encrucijada entre la fragilidad y la búsqueda de la identidad. Empezaste con este tipo de fotografías hace más de 10 años. ¿Percibes algún cambio fundamental entre tus modelos de 2012 y los de hoy?
Hoy en día hay mucha más gente que quiere que le hagan fotos para nutrir sus redes sociales. El narcisismo se ha multiplicado. Pero, en general, la motivación de los modelos sigue siendo la misma.
¿Alguna vez te has encontrado con algún problema (malestar, vergüenza…) al hacer tus fotos? ¿Es fluida la relación que estableces con los modelos que retratas?
Debo admitirlo: nunca he tenido problemas. No me gustan las complicaciones y las cosas van bien porque todo se estipula antes verbalmente. No impongo nada y tomo las máximas precauciones para que todo suceda lo más rápido posible al comenzar a fotografiar. Mi prioridad es respetar al modelo. Ganarme su confianza. Esa es la clave para generar intimidad y propiciar emociones.
El blanco y negro de la mayoría de tus fotografías va más allá de una decisión estética y dota a tus retratos de una atemporalidad y una calma irresistibles. ¿Tenías claro desde el principio la preeminencia del blanco y negro sobre el color?
Siempre he sido muy sensible al blanco y negro porque mi cultura fotográfica se ha basado en fotógrafos como Elliott Erwitt, Herb Ritts y Bruce Weber. Encuentro en el blanco y negro una increíble atemporalidad. El blanco y negro te permite evitar lo superfluo y separar el grano de la paja. Con la ausencia de color se magnifica la piel y el cuerpo.
Instagram o Facebook juegan (peligrosamente) a asimilar la expresión artística y la pornografía para acabar dictando la norma en el arte actual. ¿Entiendes tu obra como una especie de lucha política por la libertad de expresión?
Sí, y eso es triste. La fotografía es tan accesible que se ha convertido en un arte sobreutilizado. ¡Hay tantas exposiciones y tantos libros que muestran desnudos y que no aportan nada nuevo! Creo que para apreciar el arte tienes que tomarte tu tiempo. Sería conveniente poder sentarte frente a la obra. Para mí, las pantallas y los dispositivos, no son la mejor forma de apreciarlo y de sentirlo.
Admito que odio al conglomerado empresarial Facebook. Es un proveedor de pensamientos únicos que ha vaciado la mente crítica de los jóvenes a base de mecanismos de adicción. ¿Cómo es posible aceptar en 2021 que el pelo o un par de nalgas sean consideradas provocativas? El papel del artista tendría que ser denunciar esto y utilizar lo menos posible estas herramientas de propaganda.
La exposición virtual «Spotlight» de Stéphane Gizard está disponible en BOYS! BOYS! BOYS! desde el 30 de octubre al 26 de noviembre. Puedes visitarla aquí: www.boysboysboys.org