No es por comulgar con la nostalgia del papel ni por devenir un acólito de la veneración pop acuñada por Warhol pero hay algo de maravilloso en la propuesta fotográfica de Xavier Samre recogida en (paradojas de la modernidad) la exposición virtual Brazil.
Organizada por los artífices de @queer_art_photography y @tlbgallery en la plataforma creativa online boysboysboys.org, la muestra nos ofrece una decena de polaroids que a modo de «diario visual» (que diría el anfitrión de la Factory) recogen los años que el fotógrafo francés vivió en Brasil y en los que intentó capturar la voluptuosidad y la belleza de los hombres brasileros.
Y justo ahora que andamos metidos de lleno en la revolución que para el mundo del arte suponen los Tokens No Fungibles (NFT), las pruebas de autenticidad y los bloques de código, una sencilla película fotográfica instantánea nos invita a bucear por el encanto de lo físico. Un soporte que transmite una sensación entre asombrosa y extraña a la generación blockchain pero al que hay que concederle un largo y glorioso camino todavía.
Preparando (como un experimentado jefe de cocina) una sofisticada receta conseguida a base del maridaje entre la luz, el color y el encuadre, Xavier Samre nos ofrece su visión del cuerpo masculino emulsionada en un guiso agridulce donde nostalgia y sensualidad cuajan en una sólida visión personal.
Xavier Samre é um belo horizonte
Miradas con perspectiva histórica, las polaroids de Xavier Samre nos remiten a las que durante el período de 1975 a 1983 elaboró Tom Bianchi en Fire Island Pines. Aquellas imágenes capturaron un momento con una resonancia emocional devastadora. La euforia, la alegría y los cuerpos bronceados se fundían con las puestas de sol espectaculares del condado de Suffolk justo antes de que la pandemia del VIH asolara buena parte de las ilusiones y los proyectos de la comunidad gay de principios de los años ochenta del siglo pasado.
Y es en el instante previo a que otra pandemia, la del Covid, descabezara (esperemos que temporalmente) las trayectorias vitales de buena parte de la humanidad, cuando Xavier ratifica con sus polaroids que hubo un tiempo no muy lejano donde en las tardes de verano la bossa nova invadía nuestro ánimo y el contacto físico se incorporaba a nuestras rutinas desde el amanecer. Un pasado en barbecho que, gracias a la exposición Brazil del fotógrafo francés, se convierte en un bello horizonte.
¿Cuándo te diste cuenta de que la fotografía iba a cambiar tu vida?
Pensándolo ahora, creo que la fotografía cambió mi vida muy temprano. De niño (tendría alrededor de doce años) me dieron mi primera cámara. Desde ese momento fotografié todo lo que se me ponía a tiro y luego, cuando cumplí los veinte, se volvió algo obsesivo. Ahí me di cuenta de cómo iba a cambiar mi vida: comienzas a pensar en fotos veinticuatro horas al día, los siete días a la semana. Todo lo que ves y observas en tu día a día se convierte en una foto potencial. A veces es agotador pero también es muy emocionante.
En la exposición Brazil y durante los años que has estado viviendo en el país carioca has capturado la sensualidad de los hombres brasileños. ¿Notas diferencias sustanciales a la hora de posar frente a una cámara entre los modelos de allí y los europeos?
Los brasileños tienen una energía increíble: quieren conquistar el mundo, creen en sí mismos, tienen mucha autoestima… Estarían dispuestos a hacer casi cualquier cosa para ser famosos, por llegar a ser muy conocidos. Por eso dan todo lo que tienen en una sesión fotográfica. Un reportaje, incluso una toma de prueba, es algo muy importante para ellos. Perciben que esa oportunidad podría cambiarles la vida para siempre. Así que, generalmente, es muy agradable trabajar con chicos brasileños.
Esta exposición nos muestra tus polaroid. ¿Qué te aporta este formato que no puedas encontrar en lo digital?
Lo apasionante de este formato es que es fotografía pero también es artesanía y también tiene mucho de… ¡cocina! Hay que controlarlo todo, hasta la temperatura de la película. La mayoría de las veces los resultados no son predecibles al cien por cien y sabes si lo hiciste bien y si todo ha merecido la pena solo 20 minutos después de haber hecho la foto. Tardé dos años en controlar un poco todo el proceso, intuyendo y dándome cuenta de qué luz funcionaba y cual no. En muchos aspectos es lo opuesto a la fotografía digital ¡pero vale la pena el esfuerzo! Por último, pero no menos importante, me fascina que cada polaroid sea un objeto único.
Tu visión artística aporta una visión contemporánea de la fotografía clásica que orbita alrededor del cuerpo masculino ¿Cómo descubriste que ese iba a ser el motor de tu creatividad?
No sé cómo lo descubrí pero me di cuenta desde el primer día. Creo que solo puedes llegar a ser bueno en aquello que te gusta y solo logras trabajar duro en lo que realmente disfrutas.
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- Exposición virtual «Brazil» de Xavier Samre en boysboysboys.org hasta el 2 de abril de 2021 | Web
- Imagen de cabecera: Carlos II, 2018, © Xavier Samre